La procesión general de Santa Orosia en la mañana del día 25 de Junio por las calles de Jaca, es el marco principal en el que concurren conjuntamente los dos «danzes» en honor a dicha Santa. Tanto el «palotiau» como el «danze de castañuelas» son dos elementos más que configuran la manifestación religiosa más interesante de estas montañas.
En cabeza de la misma aparecen dos «gigantes» de la comparsa municipal y el enorme «pendón» carmesí que anuncia las procesiones generales de la ciudad. A continuación vienen «los cruceros», que con sus roquetes blancos portan las respectivas cruces parroquiales de la diócesis jacetana. Suelen ser cerca de sesenta, y todas provienen de lugares situados del río Gállego hacia el Oeste, pues las demás acuden ese mismo día al Puerto de Yebra. La simple contemplación de tan gran número de cruces constituye un momento muy hermoso y emotivo.
Más adelante aparecen dos urnas y San Voto, y la de San Indalecio. La primera contiene los restos de los que, según la leyenda, fueron los jóvenes zaragozanos que fundaron el primitivo monasterio de San Juan de la Peña. La segunda, conserva las reliquias de San Indalecio, discípulo del Apóstol Santiago y primer obispo de Almería, a quién se le tiene una gran devoción en toda la comarca jacetana.
Entre estos dos elementos, van situados otros como la banda musical, componentes de las «peñas populares», personas ataviadas con el traje tradicional, los de la «ofrenda de flores», etc.
También aparece un primer cuadro de ocho danzantes que bailan el «palotiau». Pertenecen al Grupo Folclórico «Alto Aragón», que con sus mudanzas animan esta primera parte de la procesión.
A continuación, y aunque el orden anterior pueda variar de un año a otro, viene todo el elemento más propiamente orosiano: el estandarte de la Cofradía, los cofrades, devotos de la Santa, etc.
Ya, en pleno núcleo central de la procesión, aparecerá la urna con los restos de la Santa. Ocho familias jaquesas tienen el privilegio de llevar el preciado relicario y de dejarlo listo para su transporte y veneración. Es éste una preciosa arca de plata, fechada en 1.731 y que conserva en su interior envuelta en numerosas cintas y telas los restos de Santa Orosia. Más tarde, al llegar al antiguo Campo del Toro (hoy Plaza de Biscós) se mostrará al pueblo en pública veneración. En su interior conserva no menos de cuarenta mantos que también se mostrarán al pueblo en el mismo acto.
La urna va escoltada por los «romeros». Son éstos uno de los elementos más característicos de la devoción a Santa Orosia. Son una treintena de hombres que vestidos con unos antiguos ropones parduzcos, a manera de abrigos con esclavina, y portando unos originales báculos de madera, acompañan la urna en todo su recorrido. Son un vecino o dos de las localidades situadas entre Jaca y el río Gállego (Val ancha, Val estrecha y Val de Abena) que de manera rotatoria cada población elige entre sus vecinos para tales ocasiones. Aparecen ya el día de la víspera, caminando desde Guasa en procesión y en Jaca son recibidos por el cabildo catedralicio, corporación municipal, timbaleros, e incluso por los danzantes.
De entre estos romeros, destacan los seis correspondientes a Jaca, que se distinguen por una esclavina blanca que llevan sobre el «ropón». Les corresponde llevar los faroles de la Santa.
Delante de la urna aparecen los dos grupos de danzantes. Más adelantado los del «palotiau», y los de «castañuelas» junto a ella. Ambos ejecutan sus bailes o mudanzas al son de sus respectivos músicos, que tocan el salterio y la flauta, que más adelante se podrán analizar.
Los sonidos rítmicos, secos y fuertes del entrechocar de los palos se confunden con el repiqueteo continuo de las castañuelas de boj, y los más dulces del salterio y la flauta, conformando un recuerdo sonoro inconfundible, altamente emotivo y difícil de olvidar. Detrás todavía, formaran parte de la procesión los miembros del cabildo catedralicio, con el Sr. Obispo en lugar destacado. También con toda la corporación municipal y su Alcalde a la cabeza. Entre ambas corporaciones, los timbaleros que ricamente vestidos interpretan las marchas de la «ciudad». Por último, y cerrando la procesión, marchará la escolta militar que desde antiguo acompaña y rinde honores a Santa Orosia.
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