Cuando hace algunos inviernos empezamos a interpretar canciones de navidad en nuestras actuaciones, no podíamos imaginar que llegaríamos a grabar Nueces y turrones, manzanas y peras.
Puestos a buscar en el Pirineo muestras de ésta música popular, cual ha sido nuestra sorpresa al ver la cantidad de villancicos que nos hemos encontrado. ¿De donde son?, ¿a quien pertenecen? Pues a quien los canta. Y no se puede añadir más. Las canciones de Navidad son el más claro ejemplo de la música viajera, dibujada y desdibujada por cada recuerdo y por cada intérprete.
Han sido melodías llevadas y traidas en las maletas de maestras, curas y monjas, porque se enseñaban de manera especial, en escuelas e iglesias. Y de ahí a las calles para convertirse en patrimonio de los niños.
Éstos y otros villancicos han sido recogidos, por nosotros, principalmente en la Jacetania, de personas que los recuerdan desde su infancia. Hemos afinado el oido y tan solo hemos añadido el sonido de nuestras voces e instrumentos.
Todo con el propósito de que nunca perezca la memoria cantada del Pirineo. Ésta vez corre de nuestra cuenta.